¿Pero quién nos recibe con esa sonrisa llena de encanto italiano? Ni más ni menos que Antonio (izquierda), hijo de Vito, sobrino de Gianni, bisnieto de… o sea, otro de los brillantes retoños de la famosa familia Giuliano.
Llevan generaciones dedicados a cultivar las especialidades de uva más deliciosas. Y al decir «deliciosas», en realidad nos quedamos cortos, porque son dulces como ninguna, tiernas como ninguna, crujientes como ninguna… tanto, que a uno solo queda arrodillarse extático ante las vides de Giuliano y cantar al son de una mandolina.
No obstante, Antonio intenta quitarnos esa idea de la cabeza, seguramente porque teme que le estropeemos la cosecha.
Ahora mismo está examinando la evolución de la variedad Scarlotta, de uva blanca y oscura sin pepitas, y lo cierto es que promete ser excelente. Todavía les quedan dos semanas y por su tamaño y exuberancia parece que podrían recolectarse mañana.
«Y eso que no hemos utilizado reguladores del crecimiento», nos cuenta Antonio. Y es que a los Giuliano les gusta lo natural. Mantienen la humedad de la tierra con piedras para consumir menor cantidad de agua y se ayudan de pequeños insectos que se comen a los parásitos antes de que estos puedan abalanzarse sobre la uva. Genial, así tendremos más para nosotros. Además, Antonio nos promete uva hasta diciembre. Así que, felices, usaremos nuestra boca para degustarlas y será nuestro corazón quien cante.
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