¿Habéis asistido a alguna fiesta familiar donde la abundancia y exquisitez de la comida brillen por su ausencia? Seguro que muy rara vez. Y como todo está tan bueno, siempre nos pasamos un poco, ¿a que sí? Solo la abuela y el abuelo se mantienen inflexibles, insisten en no comer «más que su minúscula ración. Es que ya no tenemos veinte años», se excusan.
Y tienen razón. Pero quien adapta la alimentación a su edad no ha de tener miedo a engordar ni a permitirse un festín de vez en cuando.
Es muy fácil, ya veréis. Lo único que hay que tener en cuenta es que las personas más veteranas consumen menos, por lo que han de ingerir menos energía. Así que resulta aún más importante apostar por alimentos con muchas vitaminas y minerales, pero poca grasa y calorías. En este sentido, nuestros grandes aliados son la fruta y la verdura, porque además de cumplir con esos requisitos, nos sacian durante varias horas. También es recomendable comer a menudo legumbres y productos integrales. El pescado tiene ácidos grasos poli-insaturados, así que no dejéis de pasar por la pescadería con cierta frecuencia. Pero cuidado al elegir los productos lácteos: a estas edades se aconseja pasarse a los desnatados. ¿Y qué pasa con la carne, el embutido y los huevos? Pueden comerse, pero con moderación. Si tenéis en cuenta todo esto y además bebéis suficiente agua, no tenéis que preocuparos. Aunque os paséis un poco en la próxima festividad familiar, seguro que vuestro cuerpo os lo perdonará.
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