Tan dulce como el amor.
«Bienvenidos a nuestro paraíso de las bayas», exclama el maestro agricultor Sebastián con entusiasmo. Normalmente, Sebastián empieza el día tomando un delicioso smoothie de bayas. Pero lo primero es inspeccionar los campos.
Aquí, en el sur de España, las fresas, frambuesas, moras y arándanos crecen especialmente bien. El invierno es suave, llueve poco y la primavera es cálida y temprana.
Sin embargo, no solo el sol y el microclima particular hacen que las bayas de Sebastián sean dulces y jugosas. También es su amor por la naturaleza lo que les aporta sabor.
El maestro agricultor se detiene a cada metro para comprobar que las abejas se encuentren a gusto en sus campos. «Que haya muchas abejas es una buena señal», explica Sebastián. «Si no hay abejas, no hay polinización, y sin polinización no hay frutos». El hecho de que estos insectos se encuentren tan a gusto en sus campos se debe también a su trabajo en armonía con la naturaleza.
Sebastián cuida los suelos, apuesta sobre todo por métodos naturales para proteger los cultivos y hace un uso ahorrativo del agua. Y deja que los frutos crezcan a su ritmo. «Con las bayas, la paciencia es tan importante como el sol». Solo cuando los frutos están en su punto perfecto de maduración son recolectados por su equipo, naturalmente, a mano. No es de extrañar que Sebastián disfrute tanto cada vez que se preparara un smoothie con sus propias bayas.