Dulces saludos desde Perú.

El viento sopla suavemente por las laderas del viñedo Fundo la Portada, en el sur de Ica, Perú. «Ica es la ciudad del eterno verano», dice José Luminares, viticultor y maestro de nuevas y deliciosas variedades de uva. «Ica ofrece el clima perfecto para nuestros nuevos tesoros. Siempre tenemos sol, con un clima cálido, agradable y seco».

En Ica, al borde del desierto y a unos 300 km al sur de la capital, Lima, los expertos en calidad que lidera José comprueban constantemente que todo va según lo previsto. Y así es. Porque el clima lo pone fácil para los expertos. Aunque mucho de lo que se hace en las fincas es trabajo manual. Los frutos, especialmente si son nuevas variedades, se revisan regularmente. Su dulzura se prueba y las hojas se vacían para que las vides reciban suficiente luz del sol.

Pero eso no es todo. En Ica, José y su equipo también dependen de la alta tecnología, como el sofisticado sistema de riego. Las sondas en el suelo miden exactamente la cantidad de agua que necesitan las uvas y en qué momento la necesitan.

»Esto no sólo nos ahorra la tan preciada agua, sino que hace a nuestros dulces tesoros aún más dulces«, dice José con una sonrisa.

José está particularmente orgulloso de dos nuevas variedades de Ica. Una variedad oscura y sin semillas y una variedad clara. La oscura se cosecha en la primera semana de enero y es muy  popular en Asia y América. Pero eso puede cambiar pronto.

Según nos dice José Luminares: «Tiene un aspecto muy especial y sabe de modo especial. Seguro que les encantará también a los consumidores de Europa».

La variedad clara crece estupendamente en Ica, pero necesita mucha atención. Las uvas grandes como éstas tienden a rasgarse o a caerse y a madurar de forma desigual. «Tenemos que asegurarnos de que crezcan de manera uniforme y que no haya o demasiadas o muy pocas uvas en una vid». Tampoco le gusta la lluvia, así que hay que cosecharla en el momento óptimo. Menos mal que José y su equipo vigilan siempre el cielo.

La variedad de color claro es también una verdadera belleza de uva. Enormemente grande, maravillosamente crujiente, deliciosamente dulce y con una piel nivelada y suave. «Es un poco delicada, pero incomparablemente deliciosa», dice José, mordisqueando una uva. Lo mejor de todo es que ambas variedades pronto estarán en los supermercados listas para desprender su dulzor. De Ica al mundo. Un dulce sueño, ¿verdad?

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